Después de levantarme y que la cabeza me pasara factura iva incluido por las caipirinhas y el baileys casero de la noche de anoche, decidí que en un rato iba salir el sol. Así como muchos domingos o días libres, decidí enfilarme hacia la Plaza Mitre. Fui transcurriendo el París ( al menos así lo imagino) que propone Gelly y Obes. Durante el trayecto pensé que le iba a escribir a mi viejo (París, quizás?), lo cual era un presagio de lo que estaba por venir. Llegué al pastito que rodea el monumento, que es algo así como mi jardín, e inmediatamente se disiparon todas las nubes presentes que filtraban los rayos del sol. Remera fuera , cuerpo en pasto, y Ipod en mano, tomé una de las mejores decisiones de los últimos tiempos: busqué la CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA DE STRAVINSKY ( con Von Karajan dirigiendo la filarmónica de Berlín), puse mi dedo sobre el triangulito, y cerré los ojos. Voy a hacer pocas descripciones acerca del viaje sensorial ( invito a que quién lea esto me imite y lo viva por si mismo). Sí voy a decir que la primera parte ( quizás media hora) es de cambios, de preparativos y de transición, y que de ahí en más se disparan quizás los (40?) minutos de música más maravillosos y conmovedores que haya escuchado. Esa parte seguro tiene que ser el florecimiento, al menos en mi mente y con mis ojos cerrados lo fue. Al abrir los ojos todo tenía otro color, todo era color, y todo era silencio. Permanecí inmovil por un rato largo. Cuando mi mente se reconectó no pude sino pensar: "después de esto, el día ya está hecho, lo que venga de acá en más es yapa.."
Por suerte , y cada tanto, se dan estás cosas que ponen las cosas en su lugar.
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